Hemos visto en anteriores los dos anteriores artículos algunos de los problemas típicos de pareja. En este hablaremos de dos más que tienen que ver con la sexualidad y abordaremos cómo sería el amor que perdura entre las parejas.
4. Los problemas sexuales
Tan imprescindible como el alimento o el respirar es el campo de la sexualidad para el mantenimiento de la vida. Walter Riso, experto en relaciones de pareja, destaca que «el enamoramiento es un estado de atracción y pasión relacionado con nuestra necesidad biológica de procreación». Y es por ello que el deseo inicial no se mantendrá biológicamente, pero tal y como lo expresa Bennedetti:
«Como aventura y enigma la caricia empieza antes de convertirse en caricia, es claro que lo mejor no es la caricia en sí misma, sino su continuación. Somos más que biología.»
Todo depende del modo en que combinemos amor y sexo.
Si bien los problemas sexuales no acostumbran a ser el motivo principal de demanda terapéutica, conocemos el hecho que cuando la pareja está enfrentándose a situaciones difíciles, lo primero que empeora es la comunicación y la sexualidad. En la mayoría de situaciones nos encontramos con dos tipologías muy comunes:
En uno de los casos, cuando falta el deseo, la persona intenta de todos los modos posibles ir a la búsqueda de las sensaciones placenteras olvidadas, en este caso nos encontramos en aquella tipología de problemas en los que la mente con el intento de controlar sensaciones que deberían ser fisiológicamente espontáneas, va en contra de la naturaleza y paradójicamente cuanto la persona más se esfuerza en sentir placer, más lo bloquea.
Una evolución de esta problemática nos llevaría al segundo de los casos, cuando la pareja tras evidenciar la falta de deseo se ha resignado y mantienen una relación donde la sexualidad está completa o casi completamente inhibida, en estos casos durante un tiempo uno ha perseguido al otro para mantener viva la llama, casi siempre sintiéndose rechazado/a hasta el agotamiento, mientras el otro sintiéndose acosado se ha ido cerrando y alejando más y más.
Como hemos dicho no solo somos biología y mucho podemos hacer en esta aventura de la sexualidad y el amor, que solamente será inalcanzable en los casos donde el deseo entre la pareja jamás ha existido, eso si, como hemos dicho cada pareja es un mundo, y existen muchos mitos y algunos errores en los que el sexo se ha sobrevalorizado dando a entender que como si la felicidad de la pareja dependiera totalmente de ello, por eso, en estos casos la ayuda profesional será adecuada.
5. Infidelidad
Atendiendo a las problemáticas de las que hemos hablado, cualquiera de ellas puede haber sido motivo para que se dé una infidelidad, pero la cuestión es: ¿Puede sobrevivir la pareja a la infidelidad?
«La mejor manera de prevenir la infidelidad es conocer su dinámica, desprenderse de los mitos que la rodean y entender las causas que la activan sin olvidar sus consecuencias. La fidelidad es un acto de la voluntad, no del corazón.» Walter Riso
En la mayoría de los casos, la pareja se encuentra en una situación parecida a la de el siguiente dilema:
Dos prisioneros incomunicados en celdas individuales han cometido dos crímenes, uno leve y otro grave. Existen pruebas para que les condenen por el leve, pero no por el grave, a menos que alguno confiese haberlo cometido. El fiscal visita a uno de los prisioneros y le dice: «Tengo una buena y una mala noticia. La buena es que si ninguno de ustedes confiesa su crimen grave, sólo podremos condenarles a 6 meses por su crimen leve, pero si usted confiesa, yo convenceré al jurado de que es usted un hombre arrepentido y de que el perverso es su compañero, de modo que usted estaría en prisión solo 1 año y él 10. La mala noticia es que voy a hacerle la misma oferta a su compañero». «¿Y que ocurriría si ambos confesásemos?», pregunta el prisionero. «Entonces no tendré razón para beneficiar a ninguno de ustedes, dejaré que la justicia tome su curso y, como el crimen es grave, estimo que les condenarán al menos a 8 años». Los presos se encuentran ante este dilema: Si confieso puedo quedar libre, pero si el otro también lo hace pierdo. Se puede ver que lo mejor para ambos es que ninguno confiese y cumplan una pena de 6 meses solamente, sin embargo, para que esto suceda, ambos presos no solo deben confiar en el otro, sino también confiar que el otro confía en ellos.
Si ambos miembros pueden confiar, no solo en el otro si no en la que el otro tiene en ellos, trabajar los aspectos que determinan las relaciones de pareja satisfactorias, permitirá que la pareja pueda superar la infidelidad y continuar avanzando juntos. La infidelidad, no siempre es la muestra de la falta de amor, en la mayoría de los casos, es una alarma, un episodio que hace estallar todo aquello disfuncional que ha ido sucediendo hasta que se ha producido. A menudo, nos encontramos que puede ser el punto en el que se toca fondo y es cuando la pareja puede resurgir, una vez ha tocado fondo pues es cuando el infiel en acto o en potencia, permitiéndose la infidelidad se encuentra de cara al problema de pareja y puede decidir si solucionar los problemas o dejar definitivamente la relación, así mismo, la mayoría de las veces la decisión se toma en el momento de permitirse la tentación, y la infidelidad puede no llegar a darse jamás. Diferente es la infidelidad crónica (mantenida a lo largo del tiempo), en estos casos la pareja suele ser conocedora de la infidelidad, pero lo acepta por necesidades que nos llevarían a otro tipo de problemas.
EL AMOR QUE PERDURA
¿Y cual seria la fórmula que describiría la relación de pareja ideal, el amor de película, el “juntos para siempre” sin sentir la atadura?
Los expertos se centran en diversos componentes que precisa una relación para mantenerse sana y en evolución, Sternberg (1986), plantea su teoría del triángulo del amor”, donde el mantenimiento de la pasión la intimidad y el compromiso resultan los elementos básicos de éxito en el amor de pareja.
En una teoría más actual, Nardone (2011) habla del Amor Sabio, como aquel que consigue perdurar en el tiempo de un modo satisfactorio, y que requiere en primer lugar del mantenimiento de la seducción y el cortejo, tal y como hacen los animales monógamos, en segundo lugar, la complicidad, esta es fácil detectarla por las miradas que se dan entre ellos, si entre un grupo de gente, uno de ellos se equivocara, la pareja se pondría de su parte solo haciéndole ver el error después en la intimidad, si uno se encuentra ante dificultades, la pareja se pone a su lado, sin substituirlo, solo mostrándole su presencia y apoyo, la tercera es la exclusividad, lo que ocurre entre dos personas, es único e irrepetible. El amor sabio no puede aceptar el engaño y es así que la pareja debe sentir que la persona que tiene al lado no puede ser substituida por cualquier otra.
Estos tres componentes no suceden natural y espontáneamente, sino que precisan de ser conocidos, aceptados y construidos por ambas partes de la pareja para que resulten en el mantenimiento y durabilidad del amor.
Es como la imagen de unos funambulistas que caminando individualmente por su propio alambre, van en paralelo y comparten la misma barra de equilibrio que deben manejar juntos para no desequilibrarse. Imagen que describe la responsabilidad de ambos miembros, si uno se endurece, el otro se ablanda, si uno tropieza, el otro lo sostiene, cuando uno se desequilibra el otro lo compensa y se vuelven a equilibrar, así es como pueden ir afrontando las dificultades que conllevan los cambios de etapa, la llegada de los hijos, enfermedades o situaciones traumáticas, las diferencias en cuanto a los éxitos profesionales y un largo etc. de situaciones que acontecen a lo largo de la vida en pareja.
Estaréis juntos. Pero dejad que crezcan espacios en vuestra cercanía. Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros. Amaos con devoción, pero no hagáis del amor una atadura. Haced del amor un mar móvil entre las orillas de vuestras almas. (…) Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero se adueñe de él. (…)Y permaneced juntos, aunque no demasiado juntos. Porque los pilares sostienen al templo pero están separados. El roble no crece a la sombra del ciprés; y el ciprés no crece a la sombra del roble. Khalil Gibran
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