¿Cuándo informar?
- Desde el principio, tan pronto como los padres hayan tomado la decisión y tengan claro el procedimiento que seguirán.
- Antes de que sea un hecho legal y uno de los padres deje el hogar. Hacerlo durante un día en que se disponga de tiempo para dialogar tranquilamente, por ejemplo, el fin de semana.
- Elegir un lugar familiar para el niño (su habitación o algún otro lugar de casa). No recurrir a lugares públicos ya que los niños pueden sentirse cohibidos en la expresión de emociones en relación a la noticia.
¿Quién es conveniente que informe?
Ambos miembros de la pareja, juntos si es posible.
¿Cómo?
- Tenemos que hablar de forma tranquila y clara, sin dramatizar ni disfrazar las cosas.
- Explicar la decisión de que a partir de ahora la vida familiar será diferente: que los padres no serán una pareja que vive unida. Que a partir de ahora cada padre tendrá su propia casa.
- Está comprobado que el niño sufre mucho más en situaciones en que los padres son infelices juntos, que cuando deciden vivir separados. Los niños quieren sentir que sus padres son felices. Es importante considerar que, al tomar la decisión de separarse, se analice primero la relación con los hijos, los cambios que éstos pueden sufrir y, sobre todo, que su decisión no afecte ni comprometa a las necesidades básicas de los niños.
- Explicarle a los hijos cómo será la nueva convivencia con cada uno de los padres.
- Explicar que, como padre y como madre, no cambiará nada, que siguen queriéndoles igual y que se verán con frecuencia, según la nueva organización familiar.
- Insistir en que ellos no son responsables, para nada, del desacuerdo conyugal.
- Que es un tema de adultos.
- Permitir que planteen preguntas y respetar la reacción de cada hijo.
- Entender que las consecuencias emocionales del divorcio de los padres son diferentes para cada niño.
- Adaptar las palabras a la edad. Si hay hermanos de diferentes edades, hablar primero con los más mayores. Es importante comentarlo, incluso con los más pequeños. En TODAS LAS EDADES, los hijos necesitan palabras de los padres para entender lo que está pasando en la familia.
- Explicar el motivo de la ruptura de forma simple. No es necesario, en un primer momento, dar detalles ni explicaciones. Con el tiempo y el crecimiento de los hijos se irán explicando las circunstancias y siempre puede quedar una parte de la vida de los adultos que no se quiera comentar a los hijos.
- Los temas económicos y legales no interesan a los hijos. Suelen ser el motivo de conflictos y de enfrentamientos entre familias. Los hijos tienen que estar al margen de los procedimientos judiciales y sobretodo no sentirse culpables. Hay que asegurar a los hijos que no son la causa del divorcio ni tienen la culpa.
- Deles atención en todo momento. Permita que pregunten y escuche sus quejas.
- Los niños pequeños son especialmente vulnerables a las discusiones, a la tensión y a la violencia porque no tienen otros mecanismos para entender lo que está ocurriendo. Mantengan a sus hijos al margen de los conflictos, peleas, discusiones.
- Los niños pequeños no pueden tomar parte por uno o por el otro , ni entender más a uno que a otro. Son sus padres y para ellos, que estén separados, no cambia el vínculo afectivo.
- Los niños pequeños no soportan que se hable mal de sus padres. Aunque, a veces, ellos mismos critiquen o se contradigan.
- No mezclar a los hijos en el conflicto: ni como intermediarios, ni como objetos de chantaje, ni para realizar amenazas o chantajes ni tampoco para saber sobre la vida del otro. De ser así, se evita que los niños estén sometidos a una traumatización crónica.
¿Qué pasa después del divorcio?
- Cumplir los acuerdos del convenio. El objetivo del acuerdo es mantener la estabilidad y continuidad, crear un hábito sostenido que permita al niño saber donde tienen que estar cada día de la semana o durante las vacaciones. No ser rígidos. Siempre habrá una excepción, una fiesta o una circunstancia que puede resultar en un cambio. Pero recuerden que la inconstancia en el régimen de visitas tienen siempre efectos desestabilizadores en los niños.
- El régimen convenido no implica una distribución igual en tiempo sino una implicación igual de ambos en las funciones del cuidado de los hijos.
- En un primer momento, el niño pequeño necesita que su vida prosiga con la máxima continuidad y serenidad. Los cambios en la guarda y custodia pueden modificarse cuando el niño se haga mayor, de acuerdo con la voluntad del niño y las posibilidades de los padres.
- No se debe exagerar la función materna ni devaluar la función paterna. Los niños necesitan a ambos padres para crecer sanos.
- Las interferencias u oposiciones de uno de los padres a las visitas del otro tienen efectos negativos en los niños. El acuerdo sobre los derechos de los niños a mantener una relación estrecha con ambos padres debe constituir el primer punto del convenio de divorcio.
- Intentar que no se debiliten los lazos afectivos entre el progenitor no custodio (generalmente el padre) y los hijos. Si existe distancia afectiva entre padre e hijos es más probable que se desatiendan las obligaciones legales (pago de pensión alimenticia) y viceversa.
- Los padres no deben incluir a los hijos en juegos de dobles lealtades (p.e. funcionando como espías a través de los cuales uno o ambos progenitores se informan acerca de los detalles de la vida del otro).
- No denigrar al excónyuge en presencia del niño. Esto no sólo daña la imagen de quien es criticado, sino también la imagen de sí mismo que tiene el niño.
- Dar tiempo para permitir una elaboración tranquila de la situación antes de incluir una nueva pareja en la convivencia.
- No forzar a los hijos a aceptar y a querer, de entrada, a las nuevas parejas de los padres.
- Mantener la relación que se tenía con los abuelos como antes del divorcio, intentar no perder amigos ni las actividades deportivas o de ocio.
- Mantener en ambas casas los hábitos adquiridos de sueño, alimentación y educación. Tratar de transmitir normas y hábitos congruentes.
- Ambos padres han de estar presentes y próximos cuando el niño los necesite para hacer frente a sus dificultades, enfermedades y cambios en su vida.
- Mostrar algunos aspectos positivos del divorcio: más tranquilidad, menos focos de tensión, nuevas maneras de relación, nuevos vínculos afectivos.
Los padres
- La crisis que genera una separación se puede aprovechar para ser, si cabe, mejores padres y también como un motor de crecimiento personal. Cuidar la propia vida afectiva, retomar la seguridad y reorientar las vinculaciones emocionales. Pedir soporte y compañía a familiares y amigos.
- Aunque la decisión de divorcio no sea por mutuo consentimiento, si los padres se toman un tiempo para asumirlo (aún con el disgusto y el dolor de aquél que no lo quería) podrán encontrar un espacio común para hablarlo con los hijos. A veces, los padres pueden necesitar una consulta con un especialista para dedicar un espacio de tiempo a hablar, pensar y elaborar la pérdida que significa el matrimonio disuelto.
- Como padres, es importante poder cerrar un capítulo que permita a posteriori establecer una cooperación y dedicación con los hijos.
- Consultar al especialista en caso de duda o aparición de síntomas en los niños como por ejemplo, tristeza, alteraciones del sueño, cambios de humor repentinos, inquietud y dispersión, bajo rendimiento escolar, etc.
Photo by skyseeker