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Los indicativos de que existe un problema patológico en la relación son la presencia de malestar que puede generar síntomas en alguno de los miembros de la pareja o en ambos, y afecta de forma significativa a su funcionamiento y evolución. Cada pareja es un mundo y cada mundo de pareja tendrá sus propias dificultades y problemáticas, pero veamos algunos de los casos que a menudo nos encontramos en consulta y pueden ser, o llegar a generar, problemas patológicos.

1. Ausencia de objetivos comunes:
El egoísmo no consiste en vivir como nos parece, sino en exigir que los otros vivan como nos parece a nosotros
Oscar Wilde

Muchas parejas se mantienen a pesar de que ambos saben que la relación lleva caminos separados, es el ejemplo de las parejas que viven en diferentes ciudades o incluso continentes, parejas que no comparten la ilusión de tener hijos, o donde las prácticas sexuales deseadas de uno de los miembros jamás podrán ser compartidas por el otro. En estas relaciones, el vivir COMO SI la pareja fuera a cambiar es un autoengaño que al principio mantiene la estabilidad pero que siempre deriva en discusiones, exigencias, mentiras, y en ocasiones, infidelidad.

Fritz Perls el médico, neuropsiquiatra y psicoanalista , lo expresaba de este modo:

Yo soy yo, tú eres tú. Yo no vine a este mundo para vivir de acuerdo a tus expectativas. Tú no viniste a este mundo para vivir de acuerdo con mis expectativas. Yo hago mi vida, tú haces la tuya. Si coincidimos, será maravilloso. Si no, no hay nada que hacer

Ante las señales de incompatibilidad ayudará:

Hacer a la pareja conocedora de nuestros intereses y evitar forzarla a seguirlos, observar si los comparte o acepta, o si los rechaza.
En caso de rechazo, si no hay negociación posible, será sano decidir si se aceptan las condiciones del otro. Si se aceptan, es importante responsabilizarse de la decisión tomada y evitar recriminaciones, si no se aceptan será inevitable tomar mano del valor y el coraje de seguir adelante en honor a los propios principios y objetivos.

2. Los celos
Al principio los celos se perciben como una señal de amor, te quiero y te deseo tanto que te lo demuestro haciéndote parte de mi propiedad, sin embargo, el mensaje real es que no eres confiable, no tienes control por eso te controlo o, no soy suficiente para ti (se denigra a sí mismo/a).

En estos casos, la persona celosa deja de construir en sí misma centrando toda su atención en el otro, así dejará de prestar atención a su imagen, proyectos personales, y pondrá constantemente al otro en la posición de mentiroso, de manera que si el otro le dice, «yo jamás te engañaría», solo le aumentará la desconfianza, pues él/la coloso/a pensará «solo lo dices por complacerme». Partiendo de esta base, puede suceder la profecía que se autocumple, donde el celoso presionando constantemente a la pareja, comenzará a generar que se le escondan cosas por no entrar en conflicto, así como comenzará a dejar de admirar a alguien que ya no se mueve por sus objetivos y se fijará en personas que le parezcan más atrayentes. Al final el celoso podrá decir : «Sabía que me dejarías o me engañarías» confirmando su profecía.

«Somos artífices de la realidad que construimos y después, disfrutamos o padecemos»

La mayoría de las veces el acusado comienza no solo a esconder cosas sino a justificarse constantemente por aquello que no es real. Así pues solo añade leña al fuego avivando los celos.

Sin embargo, ¿cómo podría hacer?; Es importante acompañarse de un buen asesoramiento si no se sabe como actuar, el mensaje no solo será importante, también la forma como se comunique, esta no puede ser agresiva ni intimidante, pero debe lograr informar al celoso que cuanto más le acusa de perder el control más lo empuja a fijarse en otras personas, que cuanto más desconfía de él, más lo empuja a no ser sincero, y que eso terminará por romper la relación inevitablemente. Así se evitará que la pareja deba estar justificándose constantemente, y se ayudará al celoso a responsabilizarse de su problema y plantearse el ponerle solución, de manera que la pareja consiga mantenerse y evolucionar.

3. Los problemas de comunicación
Con la disminución de la FEA aparecen las primeras discrepancias, algunas cosas antes entendidas como excentricidades o peculiaridades comienzan a ser verdaderamente molestas y la pareja al comunicarlas puede comenzar a sazonar la relación con ingredientes comunicativos que la empeorarán. Según Nardone (2007) Ocho de los imprescindibles para empeorar y destruir una vida de pareja son:

Puntualizar: Solo hay una cosa más molesta que nos corrijan y digan el cómo debemos hacer correctamente las cosas, el darnos cuenta de que el otro tiene razón. Habitualmente, el modo en el que la pareja lo comunica nos irrita y nos empuja a transgredir su opinión, aun cuando la veamos del todo acertada.

«Ordinariamente, uno se convence mejor por las razones que encuentra por si mismo que por aquellas que proceden del espíritu de los demás.» Blaise Pascal

Recriminar: Puntualizar culpas, desata en el otro una reacción emocional de rechazo y rabia, que anula la culpa y provoca el deseo de escapar o atacar. Así, cada vez que recriminamos debemos recordar que nuestras razones no serán atendidas sino más bien, rechazadas, creando un distanciamiento con la pareja. Decía Emile Ciorán:

«Nuestros rencores derivan del hecho de que permaneciendo por debajo de nosotros mismos, no hemos sido capaces de alcanzar la meta. Esto nunca se lo perdonamos a los demás.»

Echar en cara: Habitualmente cuando echamos en cara nos colocamos en una posición de víctima y por lo tanto provocamos que la pareja se convierta en nuestro verdugo. Según Maturana: «No son los tiranos los que crean a los oprimidos, sino al revés.» Así el culpabilizado se verá empujado a rechazar o atacar al otro y el comportamiento que queríamos cambiar echándolo en cara, no solo no cambia sino que puede empeorar.

Sermonear: Lo sabemos, odiamos que nos sermoneen, sin embargo lo hacemos, y al proponerle a nuestra pareja aquello que es justo o injusto a nivel moral para posteriormente criticar el comportamiento ajeno, solo conseguimos provocarle el deseo, aun no teniéndolo previamente, de transgredir las reglas morales y fundamentales de nuestro sermón. Afirmaba Voltaire:

«Es propio de las censuras acreditar las opiniones que estas atacan»

Te lo dije: Si hay expresiones que provocarían irritación intensa en la pareja, la madre de todas ellas es la que nos dicen cuando estamos ya bastante enfadados con nosotros mismos por algún error cometido. Ya sabemos de nuestro error, pero el hecho de que nos recuerden, no solo no nos ayuda sino que nos hace enfurecer todavía más contra nosotros mismos y contra nuestra pareja. Así, vale la pena tener presente que cuando decimos «te lo dije», no solo no se valorará en absoluto nuestra observación precedente, sino que nos transformaremos en el pararrayos de la rabia de nuestra pareja, permitiéndole así, descargar todo el enojo que tenía contra si por su error, sobre nosotros.

Lo hago solo por ti: Reclamar al otro lo que hacemos por él, le coloca en una posición emocional ambivalente, por una parte piensa que debería agradecérnoslo por nuestra “generosidad”, pero por el otro se siente furioso por estar en deuda ante un sacrificio que la pareja ha hecho sin que hubiera sido demandado ni deseado. Si realmente queremos hacer algo generoso y noble por la pareja, esto no debe notarse, de modo que al final nuestra pareja pueda incluso estar doblemente agradecida, por una parte por el favor y por la otra, por no habérselo reclamado.

Deja, ya lo hago yo: En apariencia parece un acto de gentileza, pero quien la recibe, en realidad lo siente como un acto de descalificación de sus capacidades, esta es la ayuda que no ayuda, cuanto más ayudamos a la pareja de este modo, le enviamos un mensaje más profundo que es: «déjame hacer a mi porque tu no eres capaz», Así encontramos, como diría Oscar Wilde

«Con las mejores intenciones, se obtienen, la mayoría de las veces, los peores efectos.»

Reprobar: Esta receta, en la que en una primera parte se felicita al otro pero que en una segunda parte se afirma, que sin embargo, podría haberse hecho mejor, tiene asegurados efectos catastróficos, en la relación, si encontráramos una persona capaz de manejar o encajar cualquiera de las anteriores fórmulas, bien seguro que con esta lograríamos hacerle entrar en crisis.

 

En el próximo artículo (tercera parte) mostraremos otros problemas típicos de pareja como los problemas sexuales y la infidelidad, y cúal es el amor que perdura.

 

Un día, te descubres con el corazón en un puño, el estómago hecho un nudo y una pena en el pecho que se va también apoderando de tu garganta, poco a poco, como si tuviera una pelota oprimiéndola y que necesitara explotar. Ahora, la comida, los amigos, las aficiones y el resto de cosas en general dejan de tener valor, y recuerdas que también dejaste de darle valor a todo un tiempo atrás, pero el sentimiento era opuesto, estabas enamorado/a, obsesionado/a, ilusionado/a. Ahora, todo acabó y la soledad te recuerda que lo que ocurrió fue real y ya no es.

Y es que el Instituto Nacional de estadística (INE), apunta que la tasa de nulidades, separaciones y divorcios, durante el año 2012 fue de 110.764. (solamente los datos registrados)

Mantener una satisfactoria vida de pareja, no depende del azar, pero ¿Qué sucede en este mundo de dos para que a veces se mantenga, en el mejor de los casos por lo que llamamos AMOR y otras, se termine de un modo más o menos dramático o injusto, y casi siempre, con un poco de ODIO a sobrellevar?.

El enamoramiento no es amor
Lo llaman a modo popular «La química del amor», y los expertos no lo corrigen, pues tan química es la razón por la que nos sentimos atraídos por alguien, como poco azarosa. Y es que precisamente le debemos la locura del enamoramiento a un tipo de anfetamina que nuestro cuerpo produce, la feniletilamina (FEA). Cuando esta sustancia inunda nuestro cerebro, este segrega neurotransmisores, la dopamina (implicado en los mecanismos de refuerzo del cerebro, que nos hace capaces de sentir deseo y repetir aquello que nos da placer), la norepinefrina y la oxitocina (que entre muchas otras funciones son mensajeros químicos del deseo sexual).

Cuando esto sucede, se esperan largos meses de trastorno mental asegurado, en el que desarrollamos auténticas obsesiones, paranoias e incluso estados bipolares, deseamos estar con el otro y tenemos totalmente inhibido el juicio sobre él, no podemos dejar de pensar en esa persona y una energía incombustible nos mantiene activos como si el cansancio no existiera.

«No existe escapatoria contra el sentido natural de la atracción»

A.C. Swinburne

Sin embargo, la síntesis de FEA, no puede mantenerse eternamente o de otro modo moriríamos extenuados. Así que de entre a uno a dos años y medio ese estado irá desapareciendo, regresará el juicio sobre el otro, la revalorización de nuestras aficiones, amigos y familiares y el volver a conectar con nuestros sanos intereses más individualistas.

A menudo sucede que aparentemente uno de los dos miembros parece olvidar al otro o estar fallando constantemente, y es así, pues cada miembro de la pareja debe continuar desarrollando su camino individual a la par que el de pareja, si esto no se ha dado, los problemas de comunicación empeoran y la pareja se separa o comienza a comportarse de un modo forzado, evitativo o sacrificante que termina por generar malestar en ambos miembros de la pareja.

Si por el contrario, la explosión de pasión y locura del enamoramiento no ha interferido en evidenciar la complicidad de los amantes, y mantener sus intereses individuales, , entramos en una nueva fase química, la de las endorfinas, una fase de apego, seguridad y confianza, el amor que conlleva la estima, la complicidad, y la construcción de una vida de dos.

«El Amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección»

Antoine de Saint Exupéry

Las siguientes semanas publicaremos los problemas de pareja y el amor que perdura.